Luchar en contra de la violencia de género supone empatía y solidaridad a la hora de ofrecer recursos y servicios a sobrevivientes y sus familias. El ímpetu de defender y asegurar los derechos humanos, es el motor que mueve las organizaciones que se dedican a este trabajo, aún con las escasas herramientas que puedan tener.
La visión e intervención integral, que incluyen un conjunto de acciones para garantizar la protección de las sobrevivientes, su recuperación y la restitución de sus derechos, marca la diferencia entre el castigo y la revictimización al apoderamiento, que significa una segunda oportunidad de vida.
«Siempre he dicho que a veces el Estado castiga a las mujeres», aseveró Janice Soliván-Roig, directora ejecutiva de Casa Juana Colón, proyecto comunitario que ofrece servicios con perspectiva de género, al referirse a las diferentes interseccionalidades que perpetúan los ciclos de violencia.
Soliván-Roig reconoció que la problemática que enfrentan las mujeres no es sólo violencia de género, también enfrentan problemas de salud mental, de acceso a vivienda segura y digna, seguridad alimentaria, acceso a empleos, servicios de salud, entre otros servicios esenciales.
Esto, en conjunto, son interseccionalidades que marcan a las mujeres dentro de un contexto de desigualdad social en la zona rural, y son obviados, abundó Janice.
Casa Juana Colón es una organización de base comunitaria que brinda servicios a mujeres sobrevivientes de violencia de género y sus familias en Comerío y municipios cercanos, parte de la zona rural de Puerto Rico.
Trabajan desde la justicia social y con principios de justicia restaurativa para promover el bienestar emocional y la sanación a través del arte, así como el empoderamiento social y económico de las sobrevivientes. Se fomenta la participación asertiva de las mujeres para satisfacer sus necesidades, y lograr un efecto positivo prolongado en sus vidas.
Capacitar a las participantes con las herramientas que les permitan apoderarse y agenciarse durante todos estos procesos es imprescindible para romper con los distintos ciclos de violencia.
Sin embargo, para brindar estos servicios, se requiere una estructura organizacional eficiente que logre atender la creciente demanda en servicios.
Transformando vidas un paso a la vez
Una excelente artesana, así recuerda Janice a una de las participantes que llegó a Casa Juana Colón.
En un principio, ofreció sus servicios voluntarios de artesanía a compañeras sobrevivientes de violencia de género, pero con el tiempo, el equipo de Casa Juana Colón se percató de que ella misma buscaba escapar de una relación abusiva.
El agresor era parte de la defensa civil, una división encargada de atender situaciones en que hayan vidas en peligro, por lo que conocía de los procesos legales y tenía conexiones con las distintas instituciones gubernamentales municipales y estatales. Esto le permitía ejercer sobre ella amenazas e intimidación que le imposibilitaban buscar ayuda.
En un arduo proceso de planificación y acciones cautelosas, lograron canalizar servicios de alojamiento junto al albergue de emergencia Hogar Ruth para continuar con el proceso de apoyo y orientación de la participante.
«Eso nos deja saber que teníamos que trabajar para poder satisfacer todas estas necesidades. Nos dimos cuenta que, aunque capacitábamos lideresas para manejar el tema de violencia de género, muchas de ellas también venían con la problemática», explicó Janice tras entender que el voluntariado que tenían para promover servicios ya era insuficiente, y que tenían que expandir sus servicios y contratar personal.
Soliván-Roig comprendió que no daban abasto para atender la creciente demanda de servicios a mujeres violentadas que llegaban al centro desde algunas partes de la zona rural del archipiélago, como los pueblos de Barranquitas, Orocovis, Aibonito, Cayey, entre otros.
En 2019, recibió una llamada de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico (FMnPR). En esta, se le preguntó cuáles eran sus necesidades para que desde Casa Juana Colón pudieran gestionar sus propios recursos de manera sostenible.
«En ese momento yo digo: ‘Bueno, necesito apoyo administrativo’», reconoció Janice, para poder destinar fondos en el comienzo de solidificar Casa Juana Colón con recursos recurrentes.
Explicó que, a pesar de haberse fundado en 2004, nunca habían logrado trabajar con procedimientos federales y estatales, como la exención contributiva federal 501(c)(3), documento requerido para solicitar subvenciones y otros procesos administrativos, sin la necesidad de contar con auspiciador fiscal. Además, identificaron la necesidad de fondos recurrentes no restrictos para poder manejar los recursos respondiendo a las necesidades de su población.
«Teníamos que estar todo el tiempo buscando fondos y eso es desgastante; también nos quitaba energías para enfocarnos en la atención de las participantes», añadió.
La FMnPR, al reconocer esta necesidad, hizo una inversión de fondos flexibles, que son subvenciones sin restricciones para utilizarse, ya sea en asuntos operacionales o programáticos, y les permitió la contratación de una persona encargada en gerencia de proyectos, y otra oficinista para manejar el trabajo administrativo.
Esto dio inicio a que Casa Juana Colón lograra todo el proceso de documentación conducente a obtener sus exenciones necesarias, estatal y federal, para la solicitud de propuestas, y recibir así sus propias subvenciones. Hoy, gracias a ese paso, y financiamiento multianual de la FMnPR, realizaron un plan estratégico que evaluó sus pasadas prácticas y plantearon nuevas metas para lograr su sustentabilidad a futuro.
Casa Juana Colón ha estado en crecimiento. Ahora cuentan con un equipo de 14 personas, y con cinco proyectos comunitarios en marcha que trabajan con principios de justicia restaurativa, programas educativos y de acceso a justicia legal, seguridad alimentaria, entre otros subvencionados por diversos fondos.
Hace unos meses, Janice estaba a tiempo parcial, durante las tardes y noches y los fines de semana, como directora ejecutiva de la Casa. Hoy, está a tiempo completo gracias a una subvención recurrente de la FMnPR.
«Estar aquí todo el tiempo me permite ser más proactiva en mirar las necesidades y buscar los recursos necesarios», aseguró Soliván-Roig tras prescindir de su trabajo como maestra de escuela superior.
«La Fundación nos ha dado dirección para nosotras entender que tenemos la capacidad de ir más allá. Nos parece que el acompañamiento ha sido sumamente importante», enfatizó Janice al reconocer la solidaridad de la FMnPR y de otras colectivas que les han acompañado.
Como próximo paso contemplado está desarrollar el plan estratégico: Soliván-Roig espera implementar un proyecto económico para que Casa Juana Colón sea autosostenible con una fuente de ingresos estable y propia.
Así surgió la idea del proyecto turístico La Ruta de Juana Colón, quien fue una líder obrera del siglo XX que abogó por los derechos de la clase trabajadora. Aquí, esperan desarrollar un recorrido turístico-educativo sobre Juana Colón y Comerío.
El proyecto comenzaría en enero de 2024. Los ingresos obtenidos estarán destinados a cubrir los gastos operacionales de la organización comunitaria.
Ante un contexto de múltiples violencias y desigualdades estructurales, entre el 60% y el 64% de las personas habitantes en Comerío tienen ingresos que están por debajo del nivel de pobreza, según datos de 2020 de la Encuesta sobre la Comunidad del Negociado del Censo de los Estados Unidos.
Para Janice, estas estadísticas se evidencian en el despliegue diario de servicios que da Casa Juana relacionados a la distribución de alimentos, programas educativos, acompañamiento psicológico y legal, y de intervención en casos de violencia de género.
«A veces pensamos en cómo transformar vidas; no tienes que hacer tanto, simplemente mira hacia tu alrededor y vas a encontrar espacios o cosas que puedes hacer que den oportunidad de vivir», reflexionó Janice.
Desde Casa Juana Colón, están seguras que el apoyo en fondos operacionales y flexibles, el acompañamiento, el compromiso de la ciudadanía y de entidades privadas y la relación de la organización con sus participantes son medulares para lograr cambios. Siempre se puede aportar algo para la transformación de las personas y sus comunidades.
«Es una gran satisfacción saber que, con lo mucho o poco que puedas dar, cambias vidas; cambias vidas y das una oportunidad. Yo creo que los seres humanos merecemos que se nos den oportunidades», concluyó.